domingo, 26 de agosto de 2007

LA MUERTE Y LA DONCELLA


FRANZ SCHUBERT (31 de enero de 1797 – 19 de noviembre de 1828) 31 años

Franz Peter Schubert, compositor austriaco. Nació en Viena el 31 de enero de 1797. Era hijo de una familia de procedencia humilde, el duodécimo de catorce hijos, de los que únicamente sobrevivieron cinco. Residía en el barrio de Liechtental de Viena, donde su padre ejercía de maestro. Schubert, decidido a seguir su propio camino como músico, tuvo que enfrentarse con su padre, quien quería que fuese también maestro.

A los once años entró como cantor en la capilla imperial, consiguiendo una beca que le permitió estudiar gratuitamente en la escuela municipal de Stadkonvikt. Allí fue alumno de Antonio Salieri y gracias a la orquesta de la escuela, para la que escribió sus primeras sinfonías, se familiarizó con la obra de Franz Joseph Haydn y Ludwig van Beethoven.

A los catorce años crea sus primeros lieder y antes de cumplir los dieciocho ya había creado una de sus obras maestras, Gretchen am Spinnrade, el primero de los muchos lieder inspirados en poemas de Johann Wolfgang von Goethe. A los diecinueve años había escrito ya más de 250 lieder.

Peleado finalmente con su padre, abandona su carrera de maestro para dedicarse solamente a la música, y la casa de su amigo Franz von Schober se convierte en su primer refugio. Éste fue el inicio de un largo peregrinaje, ya que nunca consiguió mantenerse sólo con sus composiciones, y de hecho sobrevivió, gracias a la generosidad de sus numerosos amigos, que lo fueron acogiendo sucesivamente en sus respectivas casas. Así, pues, tuvo una vida bohemia, rodeado de intelectuales, amante de las tabernas y de los ambientes populares, alejado de los salones y de la etiqueta de la nobleza. De este entorno procede el famoso término de schubertíadas: reuniones de artistas de todos los ámbitos que formaban un círculo brillante y animado dedicado a la música y a la lectura.

Admiraba profundamente a Beethoven, pero a pesar de vivir en la misma ciudad, se negó siempre a entrar en aquellos círculos de la alta sociedad. Esto repercutió tanto en su obra, como en su vida, ya que nunca llegó a conocer la fama o el éxito. A pesar de ello, Schubert, al igual que Beethoven, establecen las bases de lo que será el Romanticismo. Podríamos decir que Schubert representa la esencia del primer romanticismo: el lirismo, la melodía y las pasiones.

Durante sus últimos años escribió piezas magistrales, fruto y reflejo de sus experiencias personales, y siempre con el sello inconfundible de una inagotable inspiración melódica. Por ejemplo, una tensa profundidad marca la Wanderer-Fantasie (1822) o Die schöne Müllerin (1823), estos últimos inspirados en poemas de Wilhelm Müller. Escribiría La muerte y la doncella, uno de sus cuartetos más conocidos en 1824, y ya hacia el final de su vida, el intenso dolor y el aislamiento dejaron su impronta en el Winterreise, D.911 Op.89 (1827), también con textos de Müller.

Por aquel entonces, Schubert tenía solamente 31 años, y acababa de matricularse para estudiar fuga. Pero una sífilis, complicada finalmente con una fiebre tifoidea, lo llevó a la muerte el 19 de noviembre de 1828, sin haberse acercado nunca a su admirado Beethoven.

El último deseo de Schubert, ser enterrado al lado de Beethoven, muerto un año antes, es finalmente una realidad, ya que en estos momentos, Schubert reposa en el mismo lugar, reservado a músicos ilustres, donde también se encuentra la tumba de Beethoven, en el Zentralfriedhof (cementerio principal) de Viena.

La música y la poesía eran sus alas y con ellas lograba evadirse de las penas y miserias de la vida, que para él no fue ciertamente fácil, y alcanzar el reino de los sueños, donde todas sus fantasías se convertían en maravillosas realidades. Y como dijo Robert Schumann: “El tiempo, que tan innumerables bellezas ha creado, no volverá a producir un Schubert”.




LIED: LA MUERTE Y LA DONCELLA (Der Tod und das Madchen, op7 no3 D531)


Este lied, titulado "La muerte y la doncella Op7 Nº3 D531", fue compuesto por Schubert en 1817. Su texto pertenece, y está inspirado, en un poema escrito por el clérigo Matthias Claudius 1740-1815, que trataba del rapto de Proserpina en manos de Plutón. Este fue su único lied que no incluyó texto de Goethe.

Schubert, por cierto, no escribió nada para la voz de mezzo-soprano a excepción de “La Muerte y la Doncella”…

Relata el diálogo de una joven moribunda con la muerte:


Texto


Das Mädchen:


Vorüber, ach vorüber!

Geh, wilder Knochenmann!

Ich bin noch jung, geh, Lieber!

Und rühre mich nicht an!




Der Tod


Gib deine Hand, du schön und zart Gebild!

Bin Freund und komme nicht zu strafen.

Sei guten Muts! Ich bin nicht wild,

Sollst sanft in meinen Armen schlafen.

(Matthias Claudius)


La doncella:


¡Vete, ah vete!

¡Vete, cruel esqueleto!

¡Soy aún joven, sé amable y vete!

¡Y no me toques!



La muerte:


¡Dame tu mano, dulce y bella criatura!

¡Soy tu amiga y no vengo a castigarte!

¡Confía en mí! ¡No soy cruel!

¡Déjate caer en mis brazos y dormirás plácidamente!




CUARTETO DE CUERDAS: “La Muerte y la Doncella D810”


Hay quien ha dicho, que solo el pensamiento sobre la muerte, puede dar a los pensamientos sobre la vida, la intensidad, la dramaticidad melódica, y la lucidez que emergen, en el último movimiento del cuarteto para cuerdas “La muerte y la doncella” de Franz Schubert.

Compuesto en 1824, para dos violines, viola y violonchelo. Schubert sufría ya los devastadores efectos de la sífilis cuando compuso esta obra, que es su décimo cuarto cuarteto para cuerdas. Dividido en cuatro movimientos: Allegro, Andante con moto, Scherzo y Allegro molto y presto.

La obra está inspirada en su lied homónimo “La doncella y la muerte D531” (musicalmente el segundo movimiento), , que a su vez está inspirado en un poema del clérigo Matthias Claudius, sobre el tema del rapto de Proserpina, en manos de Plutón.

En esta obra, Schubert, da la impresión de sostener la idea de la brevedad de la vida, aunque al mismo tiempo expresa claramente, su falta de resignación ante esta fatalidad.

Despreciado en su momento, como tantas obras de Schubert, el cuarteto fue interpretado por vez primera, en Viena, el primero de febrero de mil ochocientos veintiséis, pero no fue publicado, sino hasta mil ochocientos treinta y dos, es decir, cuatro años después de la muerte del compositor…

En 1824, en una época de soledad y malestar físico, gravemente enfermo y sabiendo que moriría, trasladó el lied a su cuarteto homónimo en Re menor. Sus cuatro movimientos, sugieren una cronología de sentimientos

El primer movimiento, Allegro, revela enojo y una pugna con la muerte (ira);

El segundo, Andante con Motto, (centro de gravedad de los cuatro y basado en la primera sección del lied) luego de exponerse el tema inicial se desarrollan cinco variaciones donde alternan el dramatismo y la meditación, lo agitado y lo opresivo, en un angustiante diálogo (negociación).

El tercero Scherzo con Trío: Allegro Molto, comienza con fuerza, pero predomina luego el ambiente lúgubre y de tristeza (depresión).

El Presto, movimiento-fase final, trae alivio (aceptación) pero la pugna se renueva con una solemne declamación de los cuatro instrumentos.

Para Schubert la muerte no es un castigo bíblico sino una íntima amiga portadora de consuelo que nos abre la puerta de otro mundo.



CUARTETO DE CUERDAS: “La Muerte y la Doncella D810”

EN SU VERSIÓN PARA ORQUESTA DE CUERDAS


Gustav Mahler (1860-1911), admiraba profundamente a Franz Schuber, tal era su admiración por el maestro, y en especial, por el cuarteto “La doncella y la muerte”, que el diecinueve de noviembre de mil ochocientos noventa y cuatro, y siendo director de la Ópera de Hamburgo, presentó en forma parcial, la ampliación a orquesta de cuerdas con contrabajos, que él mismo había realizado…

Cabe mencionar, que respetó la integridad de la obra, en cuanto a su espíritu y esencia. En la obra es patente la desesperación del autor, que preveía su próxima muerte, con lo que su carácter trágico, se desarrolla, de forma sutil y expresiva, en los distintos movimientos.

Schubert había contado entre sus momentos felices, cuando el gran titán Beethoven, elogió un puñado de obras suyas. Venciendo su natural timidez, Schubert había ido a pagarle sus respetos al Beethoven cuando éste ya estaba en su lecho de muerte. En 1827, al morir Beethoven, Schubert fue uno de los que cargó el féretro del genio en su funeral, y tras dejarle sepultado, Schubert y sus amigos habían ido a una taberna a beber en honor del recién finado. Schubert, quien adoró ciegamente a Beethoven toda su vida, expresó a sus amigos el deseo de ser sepultado junto a su ídolo, cuando la muerte se lo llevara. Este deseo de Schubert se vio cumplido por sus amigos, y el autor de los Momentos Musicales, Rosamunda, La Muerte y la Doncella, La Trucha y la Inconclusa, yace al lado de Beethoven en Viena. Schubert, al morir, dejó un costal de deudas y cajas de obras que durmieron un largo letargo, hasta que muchos años después de su deceso, el manuscrito de la Inconclusa fue hallado en un gavetero que perteneció al maestro. Desempolvada por fin, es quizás hasta nuestros días la sinfonía más adorada de todas, de la música clásica.

Versión original del cuarteto de cuerda “La muerte y la doncella D810” de Franz Schubert descargar en : http://rapidshare.com/files/32731426/Der_Tod_Und_Das_M_dchen.zip

Versión para orquesta de cuerdas de Gustav Mahler. Descargar en:

http://rapidshare.com/files/32674527/Death_and_the_Maiden-Arr._string_orchestra_by_Gustav_Mahler.zip



El Arte de Enseñar


Confucio se sentó para descansar y, pronto,
los alumnos empezaron a hacerle preguntas.
Aquel día el maestro estaba bien dispuesto y
decidió responder.
-Usted consigue explicar muy bien todo lo que siente.
¿Por qué no va hasta el emperador y habla con él?
-El emperador también hace bellos discursos- dijo Confucio-.
Y los bellos discursos son apenas
una cuestión de técnica;
ellos no traen consigo la virtud.
-Entonces, envíele su libro de poemas.
-Los trescientos poemas allí escritos
pueden ser resumidos en una sola frase:
«Piensa correctamente». Éste es el secreto.
-¿Qué es pensar correctamente?
-Es saber usar la mente y el corazón,
la disciplina y la emoción.
Cuando se desea una cosa, la vida nos guía hacia ella,
mas por caminos inesperados.
Muchas veces nos dejamos confundir
porque estos caminos nos sorprenden y entonces
creemos que estamos yendo en la dirección equivocada.
Por eso yo dije: déjate llevar por la emoción,
pero mantén la disciplina de seguir adelante.
-¿y usted hace eso?
-A los quince años, comencé a aprender.
A los treinta, pasé a tener la certeza de lo que deseaba.
A los cuarenta, las dudas retornaron.
A los cincuenta años, descubrí que el cielo
tiene un proyecto para mí
y para cada hombre sobre la faz de la Tierra.
A los sesenta, comprendí este proyecto
y encontré la tranquilidad para seguirlo.
Ahora, a los setenta años, puedo escuchar mi corazón
sin que él me haga salir del camino.
-Entonces, ¿qué es lo que le hace diferente de los otros
hombres que también aceptan la voluntad del cielo?
-Yo procuro dividirla con vosotros. Y quien
consigue discutir una verdad antigua con una generación
nueva debe usar su capacidad de enseñar.
Ésta es mi única cualidad: ser un buen profesor.
-¿Quién es un buen profesor?
-El que examina todo lo que enseña.
Las ideas antiguas no pueden esclavizar al hombre
porque ellas se adaptan y adquieren nuevas formas.
Entonces, tomemos la riqueza filosófica del pasado
sin olvidar los desafíos que el mundo presente nos propone.
-¿Quién es un buen alumno?
-Aquél que escucha lo que yo le digo,
pero adapta mis enseñanzas a su vida y
nunca las sigue al pie de la letra.
Aquél que no busca un empleo,
sino un trabajo que lo dignifica.
Aquél que no busca ser notado, sino hacer algo notable.