sábado, 11 de diciembre de 2010

Reflexiones antes del Concierto Solidario

Pocas veces los occidentales han dado tantas muestras de ceguera, indiferencia y cinismo como ahora. Vivimos en un orden caníbal del mundo: cada cinco segundos muere un niño de menos de 6 años; 37.000 personas fallecen de hambre cada día y más de mil millones (casi una sexta parte de la humanidad) sufre malnutrición permanente. Y mientras tanto, las 500 mayores multinacionales controlaron el año pasado el 53 % del PIB mundial (datos de Jean Ziegler, sociólogo, escritor y miembro del comité consultivo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU). Con estos datos queda más que claro la ceguera y arrogancia de los occidentales.
Según el secretario general de la ONU Ban Ki Moon el hambre se podría erradicar con 40.000 millones de dólares. El problema no es que haya poco dinero, son las estructuras del orden criminal del mundo las que fabrican cada día la masacre cotidiana del hambre. La solución no es dar más, sino robar menos. Estas estructuras se basan en tres pilares. El primero es el dumping (exportar productos a un precio más bajo que en el propio país) agrícola: la UE exporta productos agrícolas a África a precios muy bajos, lo que destruye la agricultura africana. El segundo son los agrocarburantes: se queman millones de toneladas de trigo y maíz para proteger el planeta, para reducir las emisiones; es una razón comprensible, pero quemar alimentos en un planeta donde cada cinco segundos un niño muere de hambre es un crimen contra la humanidad ... El tercer es la especulación sobre los alimentos de base: el arroz, el trigo, el maíz, etcétera, haciendo explotar los precios de los alimentos básicos.
La FAO dice que la agricultura actual podría alimentar a 12.000 millones de personas. Es, prácticamente, el doble de la humanidad. Y el Banco Mundial dice que al menos 260 millones de personas más fueron empujadas en 2009 al abismo del hambre por causa de la especulación.
Occidente es ciego, arrogante, no comprende la memoria herida de la esclavitud, de las masacres coloniales; no entiende que hoy en día todo eso se transforme en conciencia política, en reivindicación de perdón y de reparación.
Si a esto le sumamos la crisis que en la actualidad vivimos en los países occidentales, nos debe hacer reflexionar y denunciar que la pobreza, la falta de trabajo y la exclusión social merman las posibilidades de acceso a los derechos humanos fundamentales, entre ellos poder comer.
¿Cómo será para estos hombres y mujeres un amargo despertar de lunes en el que inicia la vida laboral cotidiana y se encuentran desprovistos de trabajo que les garantice la supervivencia personal y de su familia? ¿A dónde irán? ¿Cómo harán para llevar a casa la leche y el pan? ¿Hasta dónde llegará su resistencia?
Cuesta mucho día a día luchar por la supervivencia. Cuesta mucho más cuando te sientes responsable del bienestar de una familia. Es un amargo transitar por un oscuro camino de preguntas sin respuestas, de búsqueda sin encuentro, de callejones sin salidas. Sentirse atrapado frente a la incapacidad por sacar a flote un hogar, por la desesperación del sentimiento del fracaso, del no valer, en una sociedad en la que paradójicamente todo vale, y todo a lo que se da valor te acorrala y te asfixia….
Es esencial concienciarnos, y hacerles ver a nuestros hijos, que aunque no podamos arreglar todos los males del mundo con nuestras manos, ante los males del mundo tenemos nuestras manos. Nosotros alumnos y profesores de la Escuela de Música La Paz, con nuestra música y aporte de alimentos, y todas las personas que van y están colaborando en la recogida de alimentos para que puedan ser distribuidos en el barrio en la mayor cantidad posible, va a ser una realidad. Todos podemos ayudar en nuestro entorno más próximo.
Por eso este concierto se centra en la solidaridad de todos nosotros, en la esperanza de la generosidad de todo el mundo en la recogida de alimentos. Hoy por ellos, quizás mañana por nosotros.