domingo, 26 de agosto de 2007

El Arte de Enseñar


Confucio se sentó para descansar y, pronto,
los alumnos empezaron a hacerle preguntas.
Aquel día el maestro estaba bien dispuesto y
decidió responder.
-Usted consigue explicar muy bien todo lo que siente.
¿Por qué no va hasta el emperador y habla con él?
-El emperador también hace bellos discursos- dijo Confucio-.
Y los bellos discursos son apenas
una cuestión de técnica;
ellos no traen consigo la virtud.
-Entonces, envíele su libro de poemas.
-Los trescientos poemas allí escritos
pueden ser resumidos en una sola frase:
«Piensa correctamente». Éste es el secreto.
-¿Qué es pensar correctamente?
-Es saber usar la mente y el corazón,
la disciplina y la emoción.
Cuando se desea una cosa, la vida nos guía hacia ella,
mas por caminos inesperados.
Muchas veces nos dejamos confundir
porque estos caminos nos sorprenden y entonces
creemos que estamos yendo en la dirección equivocada.
Por eso yo dije: déjate llevar por la emoción,
pero mantén la disciplina de seguir adelante.
-¿y usted hace eso?
-A los quince años, comencé a aprender.
A los treinta, pasé a tener la certeza de lo que deseaba.
A los cuarenta, las dudas retornaron.
A los cincuenta años, descubrí que el cielo
tiene un proyecto para mí
y para cada hombre sobre la faz de la Tierra.
A los sesenta, comprendí este proyecto
y encontré la tranquilidad para seguirlo.
Ahora, a los setenta años, puedo escuchar mi corazón
sin que él me haga salir del camino.
-Entonces, ¿qué es lo que le hace diferente de los otros
hombres que también aceptan la voluntad del cielo?
-Yo procuro dividirla con vosotros. Y quien
consigue discutir una verdad antigua con una generación
nueva debe usar su capacidad de enseñar.
Ésta es mi única cualidad: ser un buen profesor.
-¿Quién es un buen profesor?
-El que examina todo lo que enseña.
Las ideas antiguas no pueden esclavizar al hombre
porque ellas se adaptan y adquieren nuevas formas.
Entonces, tomemos la riqueza filosófica del pasado
sin olvidar los desafíos que el mundo presente nos propone.
-¿Quién es un buen alumno?
-Aquél que escucha lo que yo le digo,
pero adapta mis enseñanzas a su vida y
nunca las sigue al pie de la letra.
Aquél que no busca un empleo,
sino un trabajo que lo dignifica.
Aquél que no busca ser notado, sino hacer algo notable.